Beneficios para las personas mayores

Las personas adultas de todas las edades deberían participar en 150 minutos o más de actividad física a la semana. Entre los adultos de 60 años o más, el paseo es la forma más común de ejercicio físico ya que cada persona marca su propio ritmo, causa poco impacto y no requiere de ningún equipamiento para realizarlo.

Los adultos más mayores que también comparten su vida con una mascota reciben muchos beneficios de sus compañeros caninos. Pasear con un perro va asociado a un índice de masa corporal más bajo, menos visitas al doctor, ejercicio más frecuente y un incremento de beneficios sociales para los mayores.

Un estudio realizado entre tener un perro en propiedad con el comportamiento a la hora de salir a pasear y los impactos que esto conlleva en la salud ha provisto evidencias de que el hecho de salir a pasear con un perro realmente va asociado a una mejora en la salud de las personas.

Los datos del estudio incluyen 2012 entradas de datos provenientes de personas que ya se han retirado. Muchas de estas entradas incluyen las interacciones humano-animal, actividad física, y frecuencia junto a resultados de las visitas al médico de los participantes.

Además de las mejoras en la salud de las personas que tienen perro, los resultados demostraron que a más afecto compartía la persona con su perro, más lo sacaba a pasear y más duración tenían sus paseos. Adicionalmente, el estudio muestra que el acto de sacar el perro a pasear ofrece un medio para socializar con más gente y otros dueños de perros.

Las comunidades de personas retiradas podrían ser apoyadas a incorporar políticas amigables para mascotas, como por ejemplo añadir caminos en los que sea posible pasear al perro, de forma que los residentes puedan tener acceso a los beneficios para la salud.

El estudio «Dog Walking, the Human-Animal Bond and Older Adults’ Physical Health,» (Pasear al Perro, el Vínculo Humano-Animal y las Personas Mayores) fue publicado recientemente por la gerontóloga Angela L. Curl, profesora asistente en el Departamento de Estudios Familiares y Trabajos Sociales de la Universidad de Miami, y Jessica Bibbo, estudiante graduada de la misma Universidad que también ha contribuido al estudio.

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