Durante mucho tiempo hemos tratado a nuestros perros como si fuesen humanos, los hemos vestido con suéteres, les hemos dejado dormir en nuestras camas, e incluso hemos pintando sus uñas. Así que tiene sentido que atribuyamos su comportamiento canino a las emociones humanas, acreditando, por ejemplo, la cola que mueve a la alegría o la mirada baja a la vergüenza. Sin embargo, aunque las investigaciones han demostrado que los perros sienten el amor y el afecto, las emociones más complicadas como la vergüenza y la culpa no parecen estar en su repertorio, o al menos aún no hay ninguna evidencia científica.
Pero sí que hay una emoción que verdaderamente los perros tendrían con seguridad: Los científicos de la Universidad de California en San Diego han encontrado evidencias que sugieren que los perros podrían realmente ser celosos.
Ya Charles Darwin escribió sobre los celos de los perros en 1871 y durante todo este tiempo los dueños de los perros se han apresurado a ofrecer evidencias anecdóticas desde entonces, no obstante nunca ha habido pruebas científicas del fenómeno, hasta ahora.
El experimento de la Universidad de California consistió en reunir a 36 perros y sus dueños. Los propietarios acariciaban un perro de juguete animado, mientras que su verdadero perro estaba en la habitación. También acariciaban y jugaban con objetos que tuviesen formas animales, y se sentaron a leer un libro infantil el cual producía sonidos. Los observadores anotaron y catalogaron las reacciones de los perros a cada una de estas tres situaciones, las cuales fueron morder, ladrar, y empujar, o bien al juguete o al propietario.
Los perros eran más propensos a mostrar signos de agresión, comportamientos de búsqueda de atención y mayor interés por sus propietarios cuando el perro falso era el objeto del afecto. La mayoría de los perros pensaron claramente que el perro de peluche era real: el 86 por ciento inspeccionó y olfateó el juguete en algún momento durante el experimento.
«En realidad no podemos hablar con las experiencias subjetivas de los perros, por supuesto», dijo el autor del estudio y profesor de psicología Christine Harris en un comunicado. «Pero parece como si estuvieran motivados por proteger una importante relación social.»
Sin embargo, esta envidia que experimentan los perros no llega ni muchísimo menos al nivel de celos que solemos tener los humanos. Nosotros solemos tener pensamientos más complejos y celos más meditados. No obstante, es un hecho que los perros tienen un tipo más «primordial» de celos.
Los bebés también muestran este tipo instintivo de los celos, por ejemplo, cuando sus madres son afectuosas con otro bebé. Los científicos que realizaron el estudio dicen que esto podría ser evidencia de que los celos son una emoción innata, como el miedo o la ira, que los seres humanos tienen en común con otras criaturas sociales.
Así que si parece que su perro está molesto después de demostrarle un poco de amor a otro perro, puede que no sea su imaginación.